La baja autoestima, ¿factor de riesgo para la obesidad?
Un amplio y prolongado estudio británico parece demostrar que la baja autoestima durante la infancia es un factor de riesgo de obesidad en la edad adulta. Además, afirma que la relación de causalidad es la contraria de lo que se pensaba: la baja autoestima lleva a la obesidad, y no al revés.
La investigación, que ha sido realizada por un equipo del King´s College de Londres y publicada en "BMC Medicine", se ha prolongado durante decenios, desde los años 70. Se estudió a 6.500 personas a la edad de 10 años. Se les midió su IMC (Índice de Masa Corporal) y se les hizo una evaluación psicológica, en la que, entre otras cosas, se midió su nivel de autoestima. Veinte años después, cuando esos niños y niñas cumplieron los treinta, se les hizo una nueva evaluación.
El resultado más importante es que aquellos niños que mostraron a los diez años un nivel más bajo de autoestima (aunque siempre dentro de la normalidad) fueron los que, de adultos, tuvieron más tendencia a la obesidad. También descubrieron que este efecto era más fuerte en las mujeres.
Los investigadores, encabezados por Andrew Ternouth y David Collier, concluyen que los problemas emocionales deben ser considerados un factor de riesgo para ocasionar la obesidad, que ya no sería solo un problema metabólico. Esto va contra la idea, comúnmente aceptada, de que la obesidad lleva a la baja autoestima; la relación causal sería justo la inversa.
Además, este estudio lleva a muchos expertos a recomendar unaintervención psicológica temprana en los niños con determinados problemas emocionales, a fin de poder evitar las consecuencias que estos podrían tener en la edad adulta; en este caso, la obesidad y sus indeseables consecuencias. Sin embargo, los propios investigadores reconocen la importancia de factores como el IMC de los padres, la dieta y el ejercicio.
Sin poner en duda, ni mucho menos, la validez de este estudio científico, desde Adelgazar.net queremos, sin embargo, hacer una lectura crítica del mismo, lectura que nos ha hecho poner los interrogantes en el título de este artículo.
En primer lugar, nos parece expuesto afirmar, sin más, que la causalidad es: baja autoestima – obesidad. Esto supondría que, a los 10 años, no existe problema previo de obesidad en los niños que manifiestan baja autoestima, y que dicha baja autoestima no puede haber sido ocasionada, al menos en parte, por su propia obesidad infantil. Esto va contra la evidencia de que se es obeso ya desde pequeño, con lo que, probablemente, las personas obesas a los treinta ya lo eran a los diez años.
Además, aunque aceptáramos que no había problema previo de obesidad en aquellos niños con baja autoestima a los diez años, podría haber ocurrido que el desarrollo de la obesidad en ellos produjera un menor nivel de autoestima, en un proceso de reforzamiento mutuo de las dos variables, que serían, en realidad, mutuamente causales.
Por lo que respecta a la importancia de la baja autoestima infantil en el desencadenamiento de la obesidad de adulto (y, repetimos, sin poner en duda la validez del estudio), es difícil aceptar que sea un factor decisivo. Si tenemos en cuenta el desmedido aumento de obesidad en los últimos tiempos y pretendemos achacarlo a una disminución igual de desmedida en la autoestima de los niños, llegaremos a conclusiones absurdas.
Sin embargo, lo que sí han cambiado han sido nuestras costumbres en nutrición y actividad física. He aquí al principal culpable
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