Muchas personas son capaces de mantener cierta disciplina gastronómica cuando comen en casa, pero la pierden cuando lo hacen fuera. Esta puede ser una de las causas más importantes de su fracaso a la hora de mantener un peso saludable. Veamos por qué, y qué podemos hacer para evitarlo.
Para la salud de la población, los problemas derivados de comer fuera de casa, sobre todo cuando es a diario por razones laborales, son de tal importancia que la Unión Europea ha financiado una campaña, Food, dirigida a mejorar los hábitos alimenticios de los que no pueden comer en casa. Está dirigida tanto a los particulares como a los establecimientos del sector de hostelería.
En primer lugar, a la hora de comer fuera deben distinguirse dos situaciones diferentes: cuando se hace de forma excepcional, por esparcimiento (celebraciones, reuniones, fiestas, en vacaciones, etc.), y cuando se hace a diario, por razones laborales. En las primeras suelen cometerse mayores excesos, si bien son mucho menos frecuentes y, por ello, su incidencia en el peso y la salud es menor, en general.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que el abuso en una celebración puede echar por tierra nuestros esfuerzos durante toda una semana en lo que a mantener el peso se refiere. El principal enemigo, en estos casos, es un argumento del tipo: "un día es un día". En otros casos, es la presencia de platos muy apetecibles y abundantes lo que nos puede hacer perder los papeles. Hay que estar prevenido e intentar no caer en ninguna de estas dos trampas.
Sin embargo, por su frecuencia, es el comer fuera a diario, por motivos laborales, lo que puede tener una mayor incidencia en nuestro peso. Por ello, es conveniente atender a los consejos de los expertos. El primero de ellos es pedir menús variados, equilibrados y saludables. Es decir, evitar caer en el frecuente error de pedir siempre lo mismo, intentar comer de todo (carne, pescado, pasta, verdura, fruta...) y abundar en lo más sano: sobre todo aceite de oliva, pescado, verdura, fruta y legumbres.
Igualmente, y aunque no hay que rechazar de forma absoluta ningún alimento (salvo indicación médica), procuraremos no excedernos con las grasas animales, embutidos, bollería industrial, dulces y refrescos. Y, también, es conveniente ser parcos con la sal. Por el contrario, ponen especial énfasis en beber sólo agua durante las comidas y en tomar cinco raciones diarias de frutas y verduras.
También recomiendan ciertos "trucos", como pedir medias raciones (o compartir platos) y recurrir preferentemente a la comida al vapor, al horno, a la parrilla o a la plancha, que son menos engordantes. Y, por supuesto, a veces se puede contemplar la posibilidad de evitar comer en estos locales. Por ejemplo, cambiando horarios o bien desayunando fuerte y llevándose una comida ligera de casa para tomarla en el propio lugar de trabajo. La báscula y la cartera saldrán ganando.
lunes, 3 de mayo de 2010
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